domingo, 1 de abril de 2012

Desempolva tus tacones de aguja.

Dos corazones que ya no laten al unísono, una habitación vacía y la respiración acelerada aclamando la ansiedad que provocan las pérdidas. Me hablé a mi misma de la oscuridad que provoca la soledad de no enredarme nunca más entre tus piernas. Mi sangre ya no fluye y ahora tengo hielo en las venas, mi calor viene de caladas a cigarros y de tragos de cualquier copa. Pero nunca de tus abrazos. En mi cama sigue sobrando hueco, y yo te sustituyo con una almohada para hacer bulto. Las noches frías y farolas encendidas en calles solitarias. Retumban mis pasos, miro al cielo y ya no veo nuestra estrella. Sufro por dentro e intento no hacer ruido. Hago oídos sordos a palabras con veneno y también a los recuerdos. No quiero resurgir entre las cenizas y supongo que sobreviviré a base de cafeína y nicotina. Quiero no querer y busco no encontrarte. Pienso en no pensar para poder seguir andando. Vivo entre ruinas, pero ya me he dado cuenta de que esto es lo mío, de que yo vivo porque muero y de que algún día moriré porque por eso vivo. 

-Y es verdad que nunca cerró los ojos, para ella parpadear era perderse algo irreemplazable; pero aún así, está cansada de no entender.

No hay comentarios:

Publicar un comentario