domingo, 22 de abril de 2012

Un beso, o mejor varios.

He tenido el infierno a mi lado y su suspiro de hielos aún gotea en la bañera. La he ido llenando de sal para que todos creyeran que era de lágrimas. Y he dejado reposar la mentira como si fuese un naufragio, como un dolor que al menos yo pudiera controlar. No es casual que el triste de una mirada reluzca como el olvido; y es absurdo intentar justificar el deseo en recaídas. Todos, siempre, tenemos más miedo de los daños que ilusión por la vida. Y lo entiendo. Pero he limpiado la ceniza y he abierto las ventanas y cerrado el sumidero; he comprado bombillas, libros, hachís y cerveza y he añadido nuevas canciones. Verme a mí misma sonreír como una puta revolución, pero por dentro, y a mi lado el deseo y su ramo de dudas entre los gusanos por si los muertos no asustan. No sé si me entiendes, pero yo sí. A veces me cuesta tanto explicarme.. Ahora parecemos incómodos en nuestras canoas, como si se nos mojaran los pies y no quisiéramos seguir remando; como si quisiéramos estirar un poco las piernas. He tenido que separar sentimientos, diferenciarlos, darles una estructura, concederles el derecho a réplica y dictar una sentencia con fórmula de pregunta, de callejón sin salida, de gol sin red. Es decir: he tenido que enhebrar el desorden en el que sobrevivo juzgando a cada miedo por su osadía. Y sonrío, al fin sonrío. Tranquila como un charco que ya nadie pisa y todos bordean; pero hirviendo por dentro, como si pudiera evaporarme con solo escribirlo. Me voy a desnudar y a meterme en la cama. La puerta está cerrada, pero dejo la ventana abierta.
Solo tú podrás entrar. Hay cerveza en la nevera, hachís encima de la mesilla y poesías por todas partes.

-Te espero soñando; pero no me despiertes si no es para follarme.

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