domingo, 12 de febrero de 2012

Baja de tu cielo.

Una vez que tengamos claro lo que queremos, una vez que lo tengamos. No nos queda nada mas por conseguir, cambiar de objetivo. Volver a empezar. Eso le pasaba a ella cada vez que se me miraba en el espejo. Quería salir de casa siendo una mujer hermosa, respetada, incluso temida. Una vez conseguido su objetivo, se maquillaba lo suficiente como para que le dejaran comprar tabaco en el bar de la esquina. Pasaba la noche con la botella debajo del brazo, no quería que nadie le agobiara, no quería atarse a nadie. Sufría cada vez que dependía de alguien. Y cuando su reloj suizo marcara la hora tiraría la botella vacía a unos arbustos, cogería sus llaves y llamaría al ascensor. Allí se quitaría el negro de alrededor de los ojos, el rojo de los labios y se pondría mucha colonia contra el tabaco y el alcohol. No quería seguir viviendo así, sabía que estaba mal; pero no entendía hasta qué punto se podía llegar. Llegaría hasta que un día la encontraran tirada en el arcén de una carretera con el sujetador quitado y las bragas bajadas.

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