Segundo tras segundo mi mente se pregunta si de verdad merece la pena sufrir, yo constantemente acallo sus malditos pensamientos siendo concisa y respondiéndole que el sufrimiento es la prueba de algo que fue intenso y sobretodo que fue verdad, que lo pude tocar con las yemas de mis dedos, que lo pude abrazar tan fuerte como quisiera, que lo pude acariciar, sentir e incluso besar. Algo mágico pero real. Cinco segundos de placer a cambio de cinco millones de segundos de sufrimiento, algunos piensan que estoy loca, pero créeme, merece la pena recordarlo.
-Las personas no se olvidan, dejan de importar.
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