sábado, 10 de diciembre de 2011

Que ser cobarde no valga la pena.

Segundo tras segundo mi mente se pregunta si de verdad merece la pena sufrir, yo constantemente acallo sus malditos pensamientos siendo concisa y respondiéndole que el sufrimiento es la prueba de algo que fue intenso y sobretodo que fue verdad, que lo pude tocar con las yemas de mis dedos, que lo pude abrazar tan fuerte como quisiera, que lo pude acariciar, sentir e incluso besar. Algo mágico pero real. Cinco segundos de placer a cambio de cinco millones de segundos de sufrimiento, algunos piensan que estoy loca, pero créeme, merece la pena recordarlo.

-Las personas no se olvidan, dejan de importar.

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